Como todo lo relacionado con las nuevas tecnologías, existe un constante cambio de estándares y siglas. He decidido crear una imagen a modo de repaso de los estándares creados por el El Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica (IEEE).

El i-e-cubo es una asociación internacional sin ánimo de lucro creada en 1884 por genios como Thomas Alva Edison, Franklin Leonard Pope y Alexander Graham Bell.

Uno de los más notables y conocidos estándares de esta asociación es el IEEE 802 LAN/MAN. Son un grupo de normas que incluye el estándar IEEE 802.3 Ethernet y el estándar IEEE 802.11 de red inalámbrica.

Escribiré a modo recordatorio los aspectos del 802.11. No será conocido por muchos, pero nos afecta ya que convivimos en cada movimiento que hacemos. Sus señales de emisión están en todos los lados, desde diversos sitios a la vez.

Aunque no las podemos ver, en el aire hay diversas ondas de diferente frecuencia y longitud. Éstas son las que conforman el espectro electromagnético, pero hay una porción más limitada que es el espectro radioeléctrico y que está conformada únicamente por ondas de frecuencia entre 10 KHz y 3 .000 GHz. Dentro de este rango es donde se ubican el WIFI (Wireless Fidelity) , pero donde se encuentran también otras de tecnologías diferentes, que es lo que explica las interferencias con nuestra conexión a Internet. Hay que tener en cuenta, también, que el Bluetooth trabaja en 2,4 GHz también.

Sobre si las señales WIFI perjudican a nuestro cuerpo, no soy yo un experto en este tipo de cuestiones relacionadas con la salud, he leído noticias, y alguna que otra sentencia sobre los efectos de las señales en nuestro organismo, así como diversos artículos.

En principio, las radiaciones WIFI son no-ionizantes (su energía es demasiado baja para provocar mutaciones en el ADN); por tanto, no hay mecanismo físico capaz de explicar una relación con el cáncer.

Pero con lo que he podido analizar, existen diversos problemas de diversa gravedad derivados de su uso. Llevamos más de un siglo rodeados de campos electromagnéticos y ondas, desde la invención de la electricidad, sin contar con las ondas y campos electromagnéticos de origen. Crucemos los dedos.

Diversos especialistas y algunas asociaciones ciudadanas han empezado a exigir más precaución con el uso del WIFI y las NTI, especialmente en espacios públicos, como escuelas y hospitales. La suma de dispositivos en uso es lo que más preocupa ya que una red WIFI o un portátil no supone ningún problema pero puede que un montón funcionando a la vez sí.

La Comisión Europea detalla algunas recomendaciones sobre la materia, pero son los Estados miembros los responsables de proteger a sus ciudadanos de los efectos potenciales de los campos electromagnéticos.

La Unión Europea cuenta con un marco regulador vigente que limita la potencia emitida por dispositivos de telecomunicaciones móviles. Fabricantes y operadores de equipos de telecomunicaciones inalámbricas en la UE deben cumplir la Directiva 1999/5/CE.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que la principal consecuencia de la interacción entre la energía radioeléctrica y el cuerpo humano es el calentamiento de los tejidos. En el caso de las frecuencias utilizadas por los teléfonos móviles, la mayor parte de la energía es absorbida por la piel y otros tejidos superficiales, de modo que el aumento de temperatura en el cerebro o en otros órganos del cuerpo es insignificante.

No obstante la OMS todavía no ha calificado este efecto como causante de enfermedad y la legislación internacional ha dicho en el caso de los teléfonos celulares que sus ondas no son ionizantes y que son de baja frecuencia y no producen una alteración celular. La OMS coloca el WIFI en la categoría 2B (posiblemente carcinógeno) pero se basa en datos muy dudosos. La categoría 2B abarca sustancias como el café y los polvos de talco.

Existe la enfermedad conocida como Electrohipersensibilidad (EHS) es reconocida como causa de incapacidad para trabajar en ámbitos “con Wi-Fi, telefonía inalámbrica y antenas de telefonía móvil.

Respecto al WIFI (Wireless Fidelity), no sé si servirá de consuelo, pero la exposición del cerebro al teléfono móvil, como lo utilizamos más cerca de la cabeza, es mucho más alta que la de un router o un portátil. La diferencia está en que el teléfono celular lo usamos durante un determinado tiempo para hablar pero la radiación de las antenas de WIFI es continua.

Relacionado con los campos magnéticos y frecuencias, en España existe un nuevo Real Decreto 299/2016, de 22 de julio, sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a campos electromagnéticos. El real decreto establece las disposiciones mínimas para la protección de los trabajadores contra los riesgos para su salud y su seguridad derivados o que puedan derivarse de la exposición a campos electromagnéticos durante su trabajo.

Campos electromagnéticos tipo: campos eléctricos estáticos, los campos magnéticos estáticos y los campos eléctricos, magnéticos y electromagnéticos variables en el tiempo, con frecuencias comprendidas entre 0 Hz y 300 GHz.

Esta norma de salud laboral aunque reconoce la existencia de los bioefectos, no contempla los efectos a largo plazo ni establece las indicaciones concretas de cómo minimizar tecnológicamente la exposición, indicaciones que, por otro lado ya están dando agencias sanitarias y asociaciones profesionales.

Os dejo el cuadro comparativo de Protocolos IEEE 802.11 para el uso con WIFI en WLAN

Finalizando, como opinión personal, me temo que es difícil determinar si las ondas WIFI pueden provocar enfermedades de gravedad. Por un lado debido a que considero que los posibles efectos los veremos en el futuro con el tiempo, y también, puede que existan muchos intereses económicos que hagan ocultar las consecuencias para la salud. Espero equivocarme en ambas suposiciones.