Se repite mucho que el desarrollo, tal y como lo entendemos, está condenado a desaparecer. Sin embargo, la realidad apunta justo a lo contrario: nunca ha sido tan necesario, y además exige perfiles cada vez más expertos en cada lenguaje y en cada tecnología concreta.
La historia lo deja claro.
Empezamos con tarjetas perforadas, pasamos por el ensamblador, COBOL, Visual Basic y las primeras interfaces gráficas.
Llegaron la web, la programación orientada a objetos, .NET y los frameworks.
Después el cloud, los microservicios y el low-code.
Hoy, el foco está en la IA generativa.
En cada etapa se prometía lo mismo:
➡️ escribir menos código
➡️ trabajar a un nivel más abstracto
➡️ ganar productividad
¿El resultado real?
Más sistemas, más capas, más complejidad… y una necesidad creciente de profesionales que sepan realmente lo que hacen.
Porque al final, detrás de cada tecnología hay decisiones, responsabilidad y conocimiento.
Las herramientas cambian, los lenguajes evolucionan, pero la pasión por construir, entender y crear buen software sigue siendo humana.
Y eso, pase lo que pase, no se automatiza.
Feliz 2026






