
🌞💧 En plena ola de calor… no dejo de pensar en Cantando bajo la lluvia.
Sí, lo sé: 42 grados fuera, asfalto que quema y ventiladores a tope. Y, sin embargo, mi mente viaja a esa escena mítica de Gene Kelly bailando empapado, feliz, en mitad de una tormenta artificial. Qué paradoja: mientras nosotros buscamos desesperadamente la sombra, él celebraba la lluvia como si fuera un regalo. Y quizás lo era. Ver esa escena emociona, refresca… y sigue siendo, sin duda, una de las mejores secuencias de baile en la historia del cine. No solo por la técnica, sino por la alegría auténtica que transmite. Porque no baila para lucirse. Baila porque no puede evitarlo. Esa escena siempre me ha parecido mucho más que una coreografía perfecta. Es una lección de vida: hay momentos en que mojarse es inevitable… Transformar la incomodidad en belleza. El contratiempo en expresión. La lluvia en música. El suelo resbala, el traje se pega, el cuerpo pesa… pero él baila. Y sonríe. Como si la lluvia no fuera obstáculo, sino aliada. Que nunca falte el valor de encontrar belleza en lo inesperado. Y si toca bailar bajo la lluvia, que sea con toda el alma. Y si estás de vacaciones o a punto de tomártelas… que el descanso te encuentre con ganas de moverte, aunque sea bajo el sol, con ritmo propio, y sabiendo que cada pausa también es parte del baile.