Había una vez un tigre que paseaba por el bosque, orgulloso y majestuoso. Durante su caminata, se encontró con un burro que, al verlo, decidió retarlo.
—¡El pasto es azul! —exclamó el burro con firmeza.
El tigre, confundido por la afirmación, respondió con serenidad:
—No, el pasto es verde.
El burro, tercamente, insistió una y otra vez en que el pasto era azul. La discusión se intensificó hasta que decidieron llevar el caso ante el rey del bosque, el sabio león.
Al llegar al trono del león, el burro no esperó ni un segundo para gritar:
—¡Su majestad! ¿No es cierto que el pasto es azul?
El león, con calma, respondió:
—Es cierto, el pasto es azul.
El burro, feliz y satisfecho, empezó a saltar de alegría, gritando:
—¡Lo sabía! ¡Lo sabía! —y se fue contento.
El tigre, confundido y frustrado, le preguntó al león:
—Majestad, ¿cómo puede decir que el pasto es azul? Todos sabemos que es verde.
El león, con una mirada sabia, explicó:
—Claro que el pasto es verde. Pero no vale la pena discutir con un burro. Es mejor aceptar su necedad y conservar la paz. Si hubieras seguido discutiendo, habrías perdido tiempo y energía que podrías emplear en cosas más importantes.
Reflexión:
La moraleja de esta fábula es clara: no pierdas tu tiempo discutiendo con personas que no están dispuestas a razonar. En la vida, encontrarás situaciones donde, por más que tengas la razón, la otra persona no cambiará su opinión. Aprende a elegir tus batallas y a no desgastarte inútilmente. A veces, el silencio y la sabiduría son más poderosos que las palabras.
Recuerda: un tigre no pierde el sueño por la opinión de un burro.